‘Espacio: 1999’

“Tengo una fe increíble en el espíritu humano”.

Una de las teorías más comunes sobre el origen de la Luna apunta a que, durante la etapa de formación de la Tierra, ésta sufrió el impacto de un gran objeto de tamaño planetario, y que los escombros desperdigados por el choque en la órbita del planeta, terminaron formando la Luna. El satélite juega un papel fundamental en la supervivencia de la vida en la Tierra, pues ayuda a mantener estable su eje de rotación y hace las veces de escudo contra asteroides que puedan llevar un rumbo de colisión contra el planeta. Su cara oculta, la que nunca podemos ver desde la superficie del planeta, luce las cicatrices que lo demuestran. ¿Pero y si uno de esos objetos fuera lo suficientemente grande como para que un impacto contra la Luna la sacara de su órbita y la enviara a vagar por el espacio? ¿Y si en el satélite hubiera una base humana a la que no le queda más remedio que intentar sobrevivir en esas circunstancias, porque ya no pueden regresar a casa?

El matrimonio Gerry y Sylvia Anderson dio inicio así a ‘Espacio: 1999’, una de sus series más reconocidas y uno de los títulos ciencia ficción con un punto de partida más original. Pero es que los Anderson no eran unos creadores corrientes. Su nombre está indisolublemente asociado a la Supermarionation, una técnica de animación stop-motion de marionetas que permitía unos movimientos mucho más reales y fluidos, y que facilitaba que pudieran crearse series tan espectaculares en su momento como ‘Thunderbirds are go’.

Ese título, que seguía a cinco hermanos que se dedicaban al rescate de personas en peligro en los sitios más insospechados y arriesgados, había sido inspirado por un accidente en una mina de la Alemania occidental en 1963, y es la obra por la que Anderson es más recordado. Pero él no se quedó en la ficción infantil. La alternó con producciones de acción real de lo más variado, una de las cuales trataba los intentos de detener una invasión alienígena (‘UFO’). Sin embargo, la que para muchos sería su mejor serie, y la más cara de la televisión británica hasta ese momento, nacería en 1975 de las ideas para una segunda temporada de ‘UFO’ que nunca llegó a producirse.

nave

‘Espacio: 1999’ se situaba en ese año y en una base lunar llamada Alpha, un lugar dedicado a la investigación científica. Sin embargo, la Luna estaba siendo utilizada por los humanos como un “cementerio” de residuos nucleares, y una explosión en él, causada por la acumulación de radiación electromagnética, expulsa al satélite de su órbita y lo envía vagando por la galaxia. De este modo, la Luna se convierte en una nave espacial que lleva a los tripulantes de la base Alpha a cruzarse con razas alienígenas y a descubrir rincones del universo que no esperaban. Eso era lo más diferente de la serie, porque las aventuras que corrían sus protagonistas eran las clásicas de las space operas, encontrándose por ejemplo con sociedades distópicas que ponían a prueba los principios científicos y pacíficos de los responsables de la base.

De hecho, ‘Espacio: 1999’ arrancaba inicialmente con el propósito de mostrar cómo John Koenig, comandante de la base, y el resto de tripulación respondía ante los diferentes dilemas éticos que se le presentaban. El primer episodio, por ejemplo, ya lo ponía ante la tesitura de continuar con un lanzamiento desde la base lunar de una nave tripulada al planeta Meta, que se creía habitado, aunque varios miembros del personal de Alpha habían caído enfermos de una misteriosa dolencia cerebral, que había causado la muerte de varios de ellos.

La influencia de ‘2001. Una odisea del espacio’ en ‘Espacio: 1999’ se notaba, sobre todo, en el diseño de sus naves y sus trajes espaciales

Durante la primera temporada, si los espectadores suspendían su incredulidad sobre la posibilidad de que una explosión como la que se veía en la serie pudiera desviar a la Luna de su órbita, se encontraban ante un título que quería encajar en una rama de la ciencia ficción un poco más intelectual y menos pulp y de aventuras sin más. La influencia de ‘2001. Una odisea del espacio’ estaba muy clara en el diseño de producción de la base y de las naves. Curiosamente, los responsables de sus efectos especiales (hechos utilizando miniaturas y trucos fotográficos clásicos del género), como Brian Johnson y su equipo, trabajarían después en películas como ‘Alien, el octavo pasajero’ o ‘ El Imperio contraataca’.

La serie se benefició, además, del protagonismo de Martin Landau y Barbara Bain, que venían de la muy exitosa ‘Misión imposible’. Landau no daba el típico perfil de capitán de una nave espacial visto hasta entonces, ni siquiera en ‘Star Trek’, y ambos aportaban cierto aire de prestigio. ‘Espacio: 1999’ empleó igualmente en su primera temporada dos trucos al inicio de cada episodio por los que es bastante recordada. Solía abrir sus capítulos con lo que se denomina un cold open, una secuencia que ejerce de prólogo de lo que vamos a ver, y que se sitúa antes de los títulos de crédito, y en esos créditos se incluía, al final, un breve y rápido montaje con imágenes de lo que estaba por venir más adelante. Aquella primera temporada tuvo un éxito relativo que, sin embargo, permitió el rodaje de una segunda que sí sería la última, especialmente porque se hicieron algunos cambios en los personajes y en las tramas que no consiguieron atraer una audiencia mayor. Además, Gerry y Sylvia Anderson se habían divorciado antes del rodaje de la segunda temporada, y los nuevos colaboradores no aportaban lo mismo.

La renovación por un segundo año, además, llegó casi de un modo inesperado y, en un intento por atraer de nuevo la atención de los espectadores, las tramas viraron hacia aventuras espaciales más típicas, se descartó cualquier atisbo de mención de que la Luna podía haber sido enviada en su periplo a través de la galaxia por una fuerza desconocida, y hasta se sustituyó a buena parte del reparto por otros personajes, como una alienígena que podía cambiar de forma, llamada Maya. Nada de eso fue suficiente para mantener ‘Espacio: 1999’ en antena durante demasiado tiempo.

La primera temporada, no obstante, es un interesante intento de hacer una space opera un poco más seria de lo habitual, que pusiera a sus personajes ante decisiones morales complicadas. Además, despliega unos notables valores de producción (fue la serie más cara producida por la televisión británica hasta ese momento), y su empleo de maquetas, interfaces de ordenadores y efectos especiales también rayaba a buen nivel. En Estados Unidos, se emitió en sindicación con cierto retraso con respecto al Reino Unido y sólo porque, precisamente, el éxito de las repeticiones de ‘Star Trek’ animó a algunas de esas cadenas regionales a probar suerte con otra serie de aventuras en el espacio. Pero nunca terminó de conectar con el público.

El personaje

koenig

Parte del tono de ‘Espacio: 1999’, y de los objetivos que los Anderson se habían marcado inicialmente, están encapsulados en el comandante John Koenig (Martin Landau), que llega a la base lunar Alpha para asegurar el lanzamiento de una nave tripulada a ese planeta recién descubierto, y que acaba siendo responsable de la supervivencia de todas las personas que viven en la Luna, cuando ésta acaba “liberada” de la órbita que la une a la Tierra. El dilema que se le presenta nada más poner un pie en el recinto ya dice mucho de cómo era la serie: tiene que enviar esa nave, prioritaria para las autoridades terrestres, en cuanto tenga ocasión, o detiene el lanzamiento para averiguar qué está haciendo enfermar, y morir, a los tripulantes.

Koenig no seguía el arquetipo de personajes como James T. Kirk, más carismático y más dado a involucrarse de lleno en situaciones de riesgo. No eludía sus responsabilidades en ese aspecto, pero era más distante y más serio. Los escasos momentos en los que perdía la compostura eran importantes justo por lo raros que eran. La serie giraba en torno a él, la doctora Helena Russell (Barbara Bain) y el profesor Victor Bergman (Barry Morse), y los tres tenían que decidir el curso de acción en cada momento. Era un personaje que se ajustaba perfectamente a la imagen que proyectaba Martin Landau, que podía ser similar a la que transmitía también Leonard Nimoy en ‘Star Trek’.

Los creadores

El matrimonio formado por Gerry y Sylvia Anderson es toda una institución en la televisión británica y, especialmente, en el género de la ciencia ficción. Los trabajos por los que son más recordados, las series juveniles de marionetas como ‘Thunderbirds’, eran precisamente los que menos interesaban a Gerry Anderson, que había empezado a trabajar en ellos porque no podía conseguir otros puestos. Su sueño siempre fue crear programas de televisión de acción real, algo que acabaría logrando con ‘UFO’ y ‘Espacio: 1999’, beneficiándose de su buena relación con Lew Grade, jefe de ITV en los 60 y los 70.

El propio Anderson afirmaba, en unas declaraciones recogidas por The Telegraph, que no tenía más que decirle a Grade que tenía un nuevo proyecto en mente para que lo apoyara: “‘¿Puedes ver esa bombilla ahí arriba?’ Yo dije, ‘sí’. Y él respondió, ‘Gerry, si quieres hacer una serie de televisión sobre esa bombilla, te apoyaré’”. En el éxito de Gerry resultaba fundamental su segunda esposa, Sylvia, que ponía voces a algunas de las marionetas (como Lady Penélope en ‘Thunderbirds’), y cuyo divorcio significó el final de su edad dorada de series. ‘Espacio: 1999’ fue el último programa que crearon y produjeron juntos.

CINCO CAPÍTULOS IMPRESCINDIBLES

  1. ‘Breakaway’ (1×01)
  2. ‘Black sun’ (1×03)
  3. ‘Another time, another place (1×06)
  4. ‘Earthbound’ (1×14)
  5. ‘The bringer of wonders’ (2×18)

FICHA

Título original: ‘Space: 1999’
Cadena/nacionalidad: ITV/Reino Unido
Año: 1975-77
Creadores: Gerry y Sylvia Anderson
Reparto: Marton Landau, Barbara Bain, Zienia Merton, Barry Morse, Nick Tate, Prentiss Hancock
Temporadas/capítulos: 2 (48)

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